Gregorio de Nazianzo y Basilio de Cesarea fueron líderes renombrados de la iglesia del siglo iv, y también eran amigos íntimos. Se conocieron cuando estudiaban filosofía, y según Gregorio, se volvieron como «dos cuerpos con un solo espíritu».

Sus carreras tan similares podrían haber generado rivalidad entre ambos, pero Gregorio explicó que evitaron esta tentación al hacer que una vida de fe, esperanza y buenas obras fuera su «única ambición», e «incentivándose mutuamente» para que el otro tuviera más éxito en este objetivo que cada uno individualmente. Como resultado, los dos crecieron en la fe y alcanzaron altos niveles de liderazgo sin rivalidad.

El libro de Hebreos está escrito para ayudarnos a permanecer firmes en la fe (Hebreos 2:1), alentarnos a mantenernos enfocados en «la profesión de nuestra esperanza» y «estimularnos al amor y a las buenas obras» (10:23-24). Gregorio y Basilio mostraron cómo los amigos pueden alentarse mutuamente a crecer y evitar cualquier «raíz de amargura» que pudiera generar rivalidad entre ellos (12:15).

¿Qué tal si hacemos de la fe, la esperanza y las buenas obras la ambición de nuestras amistades, y alentamos a nuestros amigos a triunfar más en este objetivo que nosotros? El Espíritu Santo está dispuesto a ayudarnos en ambas cosas.

De: Sheridan Voysey