En su cama de hospital, Marie Coble se alegró al ver al repartidor que probablemente le había salvado la vida. Se había caído en la entrada de su casa y golpeado la cabeza, lo que le causó una hemorragia cerebral. Al verla, Raheem Cooper la ayudó, mientras llamaba a los paramédicos. Ahora, la visita en el hospital y suele llevarle dulces.
Esta historia me recuerda la parábola del buen samaritano que Jesús relató en respuesta a la pregunta de un experto sobre qué debemos hacer para heredar la vida eterna. Jesús dijo que hiciera lo que «está escrito en la ley» (Lucas 20:26), incluido amar al prójimo como a uno mismo (v. 27). Pero el experto preguntó: «¿Y quién es mi prójimo?» (v. 29).
Entonces, Cristo describe a un hombre atacado por ladrones que lo dejaron medio muerto. Dos personas, un sacerdote y un levita, pasaron de largo, «pero un samaritano […] fue movido a misericordia; […] vendó sus heridas […] y cuidó de él» (vv. 33-34). Su ayuda fue activa, urgente y sin discriminación.
Luego, Jesús preguntó quién de esos tres era prójimo del hombre. «El que usó de misericordia con él», dijo el experto. Jesús agregó: «Ve, y haz tú lo mismo» (vv. 36-37). En Cristo, podemos encontrar compasión para mostrar su amor y no pasar de largo.



