Mi querida amiga Sally quería organizar una fiesta de cumpleaños para una de sus amigas. Sabía que había estado pasando por un momento difícil y deseaba ayudarla a levantar el ánimo. Pero Sally no tenía trabajo ni dinero extra para comprar comida para una linda fiesta. Entonces, miró en su refrigeradora y alacenas para ver qué tenía, y luego preparó una bonita mesa con varios artículos que tenía guardados en su casa.
Cuando Sally me contó sobre el menú creativo que había preparado, pensé en la historia de Elías y la viuda (1 Reyes 17:7-16). Como esta no tenía mucho, le dijo al profeta que estaba por cocinar lo que le quedaba para ella y su hijo, y después prepararse para morir de hambre (v. 12). Solo tenía un poco de harina y aceite, suficiente para su última comida.
Pero Elías le aseguró a la mujer que ni «la harina de la tinaja […] ni el aceite de la vasija [disminuirían]» (v. 14). La mujer confió en lo que Dios le había revelado a través de Elías —aun cuando ella creía que no tenía suficiente— y descubrió que el Señor proveyó lo necesario aunque su cocina estaba vacía.
Tal como mi amiga, la viuda descubrió lo que necesitaba. Sigamos el ejemplo de ellas, seamos generosos y descansemos en la provisión de Dios para nuestra vida.