Muchos historiadores creen que la primera transmisión de radio con música y voz la escucharon operadores de la Marina de los Estados Unidos y otros barcos en el Atlántico la víspera de Navidad de 1906. En lugar de los habituales pulsos para transmitir códigos, escucharon a Reginald Fessenden interpretar en violín el villancico Oh, noche santa. Fessenden cerró la transmisión repitiendo la alabanza de los ángeles: «¡Gloria a Dios en las alturas!» (Lucas 2:14). Los oyentes seguramente se sorprendieron con la música alusiva y la alabanza sobre el nacimiento de Jesús.
Los primeros que se sorprendieron con el nacimiento de Jesús fueron los pastores que cuidaban sus ovejas durante la noche, cuando apareció un ángel resplandeciente con la gloria de Dios que los asustó. El ángel les dijo que no temieran, y declaró: «os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (vv. 10-11). Los pastores dejaron sus rebaños para ir a verificar las palabras del ángel, y encontraron al bebé acostado en un pesebre, tal como se les había dicho (vv. 16, 20).
Ellos recibieron esta buena noticia con gran gozo. Alegrémonos también nosotros y compartamos las maravillas del nacimiento y la vida de Jesús.



