Dos empleados en la Base Amundsen-Scott en el Polo Sur necesitaban desesperadamente atención médica. Uno había sufrido un ataque al corazón y el otro tenía problemas gástricos que ponían en peligro su vida. La única solución era lanzar una misión de rescate. Pero debido a las duras condiciones invernales, incluidas la oscuridad y temperaturas de -75 °C desde febrero hasta octubre, los aviones normalmente no se arriesgaban a volar hasta allí. Pero los pilotos estaban decididos a rescatar a los trabajadores, y lo lograron.
Las historias de rescates son inspiradoras. El mayor rescate de la historia fue cuando Jesús nos rescató del pecado. Pedro escribió: «quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia» (1 Pedro 2:24). Jesús nos rescató cuando llevó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz; un sacrificio en el que «padeció por nosotros» (v. 21), cargó sobre sí «la maldición de la ley» y soportó nuestra vergüenza (Gálatas 3:13). Fue herido para que fuéramos sanados; murió para redimirnos de la pena y el poder del pecado (Isaías 53:5).
¡Qué maravilloso saber que fuimos rescatados de nuestra condición desesperada por Uno que estuvo dispuesto a soportar por nosotros las condiciones más duras!