Michael Sparks entró en una tienda de artículos usados y compró por 2,48 dólares un souvenir de una copia de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos. Luego, cuando la miró más detalladamente, le pareció que tenía algo inusual. Entonces, hizo que un experto la evaluara, el cual dijo que era una de las 36 copias aún existentes de las 200 que ordenó hacer John Quincy Adams en 1820. ¡Sparks vendió su copia rara en 477.650 dólares!

Si bien la adquisición de este tesoro por un precio tan reducido es asombrosa, hay un tesoro que es infinitamente mejor. De niño, supe de un tesoro invalorable, sin igual y eterno que no me costó ni un centavo. Pero no lo encontré en una tienda de artículos usados.

Mis padres me revelaron que un hombre llamado Jesús había comprado este regalo al dar su vida en la cruz como sacrificio por mis pecados. Después me dijeron que este regalo se llamaba salvación. Dios prometía el tesoro de una «vida […] en abundancia» en la tierra (Juan 10:10) y «vida eterna […] en su Hijo» (1 Juan 5:11). Acepté ese regalo por fe.

Es asombroso encontrar un tesoro terrenal a bajo costo, pero no se puede comparar con el tesoro eterno que Cristo ofrece sin costo. Este tesoro ofrecido a cada persona se recibe creyendo «en el nombre del Hijo de Dios»: Jesús (v. 13).

De: Dave Branon

Reflexiona y ora

¿Qué significa para ti confiar en Jesús como tu Salvador? ¿Cómo puedes contarles a otros acerca de este tesoro?
Jesús, gracias por pagar el precio de mi salvación.