El 14 de enero de 1973, cuando se jugó el Super Bowl vii, la perfección estaba en juego. Hasta ese momento en la temporada de fútbol americano, los Miami Dolphins tenían un récord perfecto: 16 juegos sin una sola derrota. Y al terminar, los victoriosos Dolphins pasarían a la historia del deporte como el único equipo en el fútbol profesional con un récord perfecto.

Victorioso. Esta designación también se aplica a Jesús. Una mirada detallada a su ministerio revela una victoria tras otra. El registro de Mateo del ministerio de Cristo en Galilea (Mateo 4:23-9:38) está enmarcado con resúmenes como este: «recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo» (4:23; ver 9:35). Cristo triunfó sobre los demonios, las enfermedades y la muerte (ver Marcos 5:1-43). Y lo que parecía una derrota aplastante —su muerte en la cruz— resultó ser la victoria final. Derrotó a su enemigo supremo, la muerte, al resucitar (ver Hechos 2:24).

Las victorias, en toda esfera, suelen colmarse con premios y regalos. ¿Cuál sería la respuesta apropiada hacia Jesús, cuya vida, muerte y resurrección han asegurado una relación correcta con Dios para todos los que lo reciben? ¡Nada menos que lealtad y adoración!

De:  Arthur Jackson

Reflexiona y ora

¿Qué te asombra de las victorias de Jesús? ¿Qué puedes hacer para celebrar sus victorias pasadas y presentes?
Jesús, abre mi corazón para adorarte.