Mi amiga Jenni, maestra de escuela primaria, solía llevar a sus alumnos a otras aulas para clases de música o arte. Cuando les pedía que formaran fila para ir, los alumnos de quinto grado competían por el lugar, intentando ubicarse primeros. Un día, Jenni los sorprendió haciendo que todos se dieran vuelta y los guio desde lo que había sido, solo segundos antes, el final de la fila. La sorpresa de ellos pudo oírse: «¿Quéeee?».

Cuando Jesús observó una competencia similar por la ubicación a la mesa para cenar, respondió con una parábola que sin duda sorprendió a los otros invitados. Con una historia sobre una fiesta de bodas, los instruyó a «no [tomar] el lugar de honor», sino «[sentarse] en el último lugar» (Lucas 14:8-10). Cristo trastornó sus normas sociales al decir que «cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido» (v. 11).

Este principio del reino puede ser difícil de adoptar; en especial porque la tentación humana será seguir enfocándose de algún modo en «ganar», eligiendo la última posición ahora para ser primeros después. Pero Jesús nos insta a seguir su ejemplo y pedirle que nos ayude a reorientar nuestra perspectiva, para ser humildes, últimos y sencillos, a fin de estar realmente en el lugar de honor.

De: Kirsten Holmberg