1 Juan 1.5-9

A veces, las personas están atadas por la culpa. Para algunas, es porque están viviendo en pecado. Pero otras sufren de culpa falsa porque albergan una vergüenza que no les pertenece. Cualquiera que sea la causa, la manera de triunfar sobre la culpa es la misma.

La victoria comienza con entender que el Salvador llevó nuestra vergüenza a la cruz (He 12.2). Sin Cristo, la deuda no habría sido saldada, porque no hay manera de que podamos pagar por nuestro propio pecado. Pero necesitamos identificar la fuente de nuestra culpa y confesarla ante Dios. Eso significa que estamos de acuerdo con su juicio sobre lo que hemos hecho; en otras palabras, reconocemos cuando hemos cometido una falta. El arrepentimiento va un paso más allá: nos apartamos del mal y elegimos hacer lo correcto.

Enfrentar la culpa de esta manera sustituye nuestra vergüenza por paz y gozo. Y un efecto secundario asombroso es que nos da sabiduría para compartir. La franqueza sobre nuestros errores pasados puede dar testimonio de Cristo a quienes nos rodean, y así ellos también puedan ser libres del pecado y de la culpa.

La batalla para superar el sentimiento de culpa no debe retrasarse. Acuda al Señor y pídale que le ayude a enfrentarla. Es hora de comenzar a caminar en el gozo de las bendiciones de Dios.

Biblia en un año: ROMANOS 7-9