El primer día de un campamento donde Alan enseña habilidades emprendedoras a los adolescentes, un alumno le dijo: «Eres cristiano, ¿verdad? Me doy cuenta». Antes de que Alan dijera que era cristiano o usara sus calcetines y corbatas favoritos decorados con símbolos cristianos, el adolescente dijo que veía a Jesús a través de sus palabras, acciones y actitud. Hablaron sobre cómo podrían representar mejor a Jesús dondequiera que fueran.
Decir que somos creyentes en Cristo y vestir ropa con mensajes cristianos es bueno. Pero la Biblia enseña que nuestra manera de vivir y amar al compartir el evangelio es lo que realmente identifica a los seguidores de Jesús. El apóstol Pablo y los demás creyentes corintios eran impulsados a agradar a Dios, viviendo con una perspectiva eterna mientras les hablaban a otros de Él (2 Corintios 5:9-14).
Cuando estamos consagrados a vivir para Cristo en lugar de para nosotros, el Espíritu Santo cambia nuestra perspectiva, carácter, prioridades e interacción con los demás (vv. 15-17). El propósito de la nueva vida en Jesús es representarlo, «como si Dios rogase por medio de nosotros» (v. 20).
Por el poder del Espíritu, tenemos el gozo y la responsabilidad de representar a Cristo dondequiera que vayamos.