Romanos 8.31-39

Dios es amor. Su naturaleza requiere que ame a su creación incondicionalmente. Esto significa que, sin importar lo que hagamos, no dejará de interesarse por nosotros. Después de leer esa frase, muchas personas pensarán en razones por las cuales serían una excepción. Así que seamos claros: Dios siente un profundo amor por cada uno de nosotros, y lo único que nos impide experimentarlo es nuestra propia disposición.

Romanos 8.31 nos dice que Dios está del lado del creyente. Para que pudiéramos ser purificados y relacionarnos con Él, el Padre entregó a su Hijo a la muerte. El sacrificio de Cristo es prueba del amor de Dios, aunque hay muchas otras expresiones de su cuidado por nosotros. El Señor tiene un propósito y un plan para cada uno de sus hijos. A través de su control soberano, Él obra en cada situación, buena y mala, para nuestro bien (Ro 8.28). Él no solo se interesa por lo que nos sucede, sino que también está involucrado de manera muy activa en nuestra vida cotidiana.

Algunas personas leen y creen de manera intelectual cada palabra de la Biblia, pero no se sienten amadas porque se consideran indignas. Cuando, en realidad, nuestro Padre celestial es paciente y nos da su amor sin condiciones.

BIBLIA EN UN AÑO: ESDRAS 1-4