De niño, me encantaba leer historias sobre piratas. ¡Cómo estimulaban mi imaginación esas aventuras! Ahora vivo en una zona donde uno de los piratas más infames, Barbanegra (nombre real, Edward Teach), tenía su cuartel general. Cerca de la costa, se encuentra el barco de Barbanegra que naufragó: Venganza de la Reina Ana.

Es fácil romantizar los naufragios y las aventuras en alta mar de la historia. Sin embargo, el apóstol Pablo escribió sobre una clase muy diferente de naufragio del que nos advierte y nos exhorta. En su primera carta a Timoteo, le advirtió a su hijo en la fe a «[mantener] la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos» (1:19). ¿Qué es este «naufragio»? Dos hombres, Himeneo y Alejandro, se habían apartado de la fe de forma devastadora, y el apóstol los entregó a Satanás «para que [aprendieran] a no blasfemar» (v. 20). Pablo deseaba que se arrepintieran, pero las consecuencias de sus acciones eran nefastas.

Nuestra fe no es estática ni puede existir por sí sola. Debemos cultivar activamente nuestra relación con Dios para llegar a ser fuertes y saludables en la fe y la buena conciencia. Unámonos a otros creyentes, sometámonos al Espíritu Santo y permitámosle obrar en nosotros. Así evitaremos naufragar.

De:  Bill Crowder

Reflexiona y ora

¿Cómo describirías tu relación con Jesús? Si te has alejado de Él, ¿qué es lo primero que puedes hacer para regresar?
Padre, que el Espíritu obre en mi corazón para crecer en mi fe.