En su libro From the Pit to the Pulpit [Del pozo al púlpito], John Stroup comparte sobre las fuerzas poderosas y hostiles de la vida que lo lastimaron física, sexual y emocionalmente. Señala: «Empecé a drogarme antes de poder conducir un auto […]. Dejé la escuela y comencé a meterme cada vez más en delitos». Finalmente, esos delitos lo llevaron a la cárcel. Mientras cumplía una condena de cinco años, la Biblia se volvió real para él y se humilló ante Dios. Por la gracia del Señor, se liberó de hábitos que antes eran más fuertes que él.
La experiencia de Israel incluyó a menudo opresión y a veces cautiverio «de mano del más fuerte que él» (Jeremías 31:11). Aunque eran resultado de su propia necedad, Dios desplegaba su misericordia y poder a favor de su pueblo descarriado. Se esperaba que la restauración —que incluía celebración y cosechas abundantes (vv. 12-14)— viniera del poder superior de Dios para bien de ellos.
La vida de John Stroup es un testimonio del poder de Dios a favor de los que ponen su fe en el Hijo de Dios, Jesús. Los Evangelios testifican del poder de Cristo para contrarrestar las horribles fuerzas del mal en la vida humana. Y ese poder puede obtenerlo hoy «todo aquel que invocare el nombre del Señor» mediante una oración sincera de fe (Hechos 2:21).