Cuando pensamos en los propósitos de Año Nuevo, probablemente nos venga a la mente una lista de grandes ambiciones que rara vez cumplimos (el 80 % de esos propósitos ya se abandonaron a mediados de febrero). La autora Amy Wilson sugiere que sería mejor rechazar por completo «la idea de que debemos repararnos a nosotros mismos antes de que nuestras vidas puedan mejorar». Sugiere que, en lugar de sumar compromisos, veamos el nuevo año como una oportunidad para hacer menos, para finalmente «empezar a decir que no» a algunos de esos «compromisos desmesurados y constantes que consumen nuestro tiempo y energía sin aportarnos mucho a cambio».

En un mundo que presiona constantemente a hacer y ser más, puede ser fácil pasar por alto el ritmo de vida radicalmente diferente al que Jesús invita a sus discípulos: permanecer en Él. En Juan 15, Jesús se describe como «la vid verdadera» (v. 1) y a sus discípulos como «las ramas» (v. 5 rva-2015).

Las ramas de la vid no crecen trabajando duro, sino con el nutriente que reciben de la vid. Así también, el crecimiento que anhelamos solo se puede experimentar cuando pasamos de la resiliencia personal a descansar y nutrirnos en Cristo, porque «separados de [Él] nada [podemos] hacer (v. 5).

En Jesús, tenemos esperanza para una vida menos ansiosa.

De:  Monica La Rose

Reflexiona y ora

¿A qué podría estar guiándote Dios a decir que no este año? ¿En qué áreas de tu vida podría estar invitándote a dedicarte más?
Dios, ayúdame a no depender de mí sino de ti.