En su libro Man of Honor [Hombre de honor], Ray Pritchard comparte la historia de su paseo por un cementerio donde descubrió la lápida de un hombre con un homenaje extenso. Pero luego describe un epitafio más llamativo en la lápida del hijo de ese hombre: «Un hombre de integridad incuestionable». Como escribió Pritchard: «Cinco palabras para resumir toda una vida. Más de sesenta años condensados en cinco palabras. Pero, ah, qué verdad expresan».
En el Salmo 15, encontramos preguntas sobre cierto tipo de persona: «Señor, ¿quién puede adorar en tu santuario? ¿Quién puede entrar a tu presencia en tu monte santo?» (v. 1 ntv). La respuesta incluye la integridad, y lo expresa el versículo 2 en la palabra intachable: «Los que llevan una vida intachable y hacen lo correcto, los que dicen la verdad con corazón sincero». La combinación entre ambos versículos alude a la comunión con Dios. El resto del salmo resume —en términos positivos y negativos— cómo es una vida que honra a Dios.
Cuando tenemos comunión íntima con Dios, esta se manifiesta en una vida íntegra; especialmente en el trato con los demás, con la ayuda del Espíritu Santo (ver Mateo 22:34-40; 1 Juan 3:16-18). Es la forma de vivir cuando aceptamos y seguimos a Jesús, quien vivió en comunión perfecta con su Padre.