Génesis 12.1-5

En el momento que aceptamos a Cristo como Señor y Salvador, entramos en una vida de fe. En otras palabras, vivimos con la seguridad de que Dios es quien dice ser y que cumplirá todo lo que promete. La salvación es instantánea, pero aprender y crecer como creyentes toma toda una vida.

Tan pronto como somos salvos, Dios comienza lo que se conoce como el proceso de santificación, enseñándonos a ser como Él. Al igual que con Abraham, aprender a caminar por fe, confiando en lo invisible, requiere tiempo y paciencia.

Para crecer en santidad, debemos aprender a escuchar y obedecer a nuestro Padre celestial. Debemos elegir seguir su camino. Pero esta no es una tendencia natural, por lo que se necesita autodisciplina. Es bueno apartar un momento diario para meditar en la Palabra de Dios. Espere con ansias que el Señor le hable, y escuche lo que le diga. Escriba notas en su Biblia o en un diario, con la fecha y lo que el Señor ha puesto en su corazón. Luego, aplique la verdad que aprenda y observe los resultados.

Escuchar a Dios y estar en sintonía con su Espíritu es vital para la fe, pero no sucede automáticamente; requiere perseverancia (He 10.36). Como el ejercicio, mientras más fortalecemos nuestros “músculos” espirituales, más natural se vuelve.

BIBLIA EN UN AÑO: ISAÍAS 40-42