En el pasaje de hoy, un hombre trae al Señor a su hijo poseído por un demonio. Habiendo visto sufrir al niño desde la infancia, este padre se acercó primero en ausencia del Señor Jesús, pero no logró obtener ayuda de los discípulos.
Cuando por fin se encuentra con el Señor, la fe del padre se debilita. “Si puedes hacer algo”, dice, “ten piedad de nosotros y ayúdanos” (Mr 9.22). El Señor Jesús, sintiendo las dudas del hombre, responde: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mr 9.23). Sin vacilar, el padre se da cuenta de la disparidad entre sus palabras y sus acciones, y clama: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Mr 9.24). ¿Qué debemos pensar: este hombre tiene fe o no?
Al examinarlo de cerca, vemos que este padre clama con sinceridad valiente al Señor. Reconoce con humildad que, aunque cree en el poder salvador de Jesucristo, su preocupación por su hijo aún afecta su fe.
El Señor es soberano sobre todas las cosas (Sal 103.19). Podemos ser sinceros con Él acerca de nuestra fe. Su poder no varía según nuestra confianza en Él. Sin importar cómo nos sintamos, podemos confiar en que Dios siempre tiene el control.
BIBLIA EN UN AÑO: JOB 13-16