Wendy se sintió un poco excluida. En el receso para almorzar, su jefe había dejado chocolates en los escritorios de todos, excepto en el suyo. Desconcertada, se lamentó ante una amiga: «¿Por qué no me tuvo en cuenta?».
Cuando le preguntaron, su jefe explicó: «Esos chocolates están buenos, pero los he tenido durante un tiempo. Wendy está embarazada, así que solo quise evitar cualquier riesgo». Luego, se rio: «En lo que respecta al resto de ustedes…».
El pequeño incidente se convirtió en un chiste en la oficina, pero me hizo pensar en cómo malinterpretamos a veces las intenciones de Dios debido a nuestro entendimiento y percepción limitados. Quizá incluso creamos que somos víctimas de un trato injusto, olvidando que Dios siempre desea lo mejor para nosotros. Siempre.
Isaías 55:8-9 nos recuerda que, aunque no entendamos por completo los pensamientos y los caminos de Dios, podemos estar seguros de que son «más altos» que los nuestros (v. 9). Los nuestros suelen ser influenciados por deseos egoístas; los de Él son perfectos, compasivos y justos. Por eso, aunque las cosas no parezcan bien ahora, podemos confiar en que el Señor proveerá lo que realmente necesitamos (vv. 1-2), porque es amoroso y fiel a su promesa (v. 3). Busquémoslo «en tanto que está cercano» (v. 6), sabiendo que nunca nos abandonará.
De: Leslie Koh