Nuestra cultura es una sociedad de “lo instantáneo”. Un ritmo acelerado no siempre es malo, pero debemos tener cuidado de no estar tan enfocados en la gratificación inmediata que no podamos esperar por el tiempo de Dios.
En Génesis 15.4, 5, después de que Abraham expresó su frustración por no tener hijos con Sara, Dios le reveló que la pareja tendría un hijo e innumerables descendientes. Abraham le creyó a Dios, pero al final decidió manejar las cosas por su cuenta, formando una familia a través de la sierva de Sara (Gn 16.1-4).
Es probable que Abraham justificara su decisión, pensando que el Señor quería que tuviera un hijo, y como parecía imposible, ¡lo más seguro es que esto fuera lo que el Señor deseaba que hiciera! Pero no era así. Abraham tuvo que enfrentar las consecuencias de sus acciones, incluyendo celos y resentimiento entre Sara y Agar. Estos problemas, a su vez, crearon más dificultades, tanto a corto como a largo plazo de la historia. Pero el Señor fue fiel: catorce años después, Sara dio a luz a un hijo llamado Isaac.
Al igual que Abraham, es posible que usted crea en las promesas de Dios, pero prefiere resultados inmediatos. O solo quiere que las cosas se hagan a su manera. En vez de eso, pídale al Padre celestial que le guíe. Después, espere en Él.
BIBLIA EN UN AÑO: 2 CRÓNICAS 24-25