¿Alguna vez se ha preguntado usted qué se necesita para ser santo? La iglesia en Corinto luchaba con todo tipo de comportamientos impíos, pero Pablo los describe como “los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser un pueblo santo” (1 Co 1.2 NBV).
Santificar significa apartar de un uso común para un uso sagrado. A lo largo de la Biblia, Dios ha santificado días (como el sabbat), lugares (el tabernáculo), cosas (el arca del pacto) y personas. Un santo no es más que una persona a quien Dios ha apartado para sus propósitos. Lo que significa que cada creyente es santo.
La Biblia dice que antes de ser salvos, estábamos enemistados con Dios (Ro 5.10). En el momento en que confiamos en Cristo como Salvador, Dios nos apartó para Él. Nacimos de nuevo y ahora somos sus hijos. Perdonó nuestros pecados y nos declaró justos. Un santo no es una persona perfecta, sino alguien que se relaciona con el Padre celestial. Aunque nuestra santificación no depende de ser perfectos, el Señor espera que lo honremos.
Dios nos ha apartado para un propósito sagrado y estamos aquí para glorificarlo. Y ahora nos llama a vivir de acuerdo con nuestra nueva identidad en Cristo.
BIBLIA EN UN AÑO: 2 REYES 1-3