Podemos extraer lecciones valiosas de las oraciones registradas en el Antiguo Testamento. Cuando Josafat solicitó la ayuda divina, supo encontrar un equilibrio entre pedir al Señor que supliera sus necesidades y proclamar la grandeza de Dios. De igual manera, nuestras peticiones deben ser presentadas reconociendo la soberanía y magnificencia de Dios. De lo contrario, el enfoque de nuestras oraciones corre el riesgo de centrarse solo en la necesidad, la debilidad, el fracaso o el miedo.
Josafat clamó a Dios por su difícil situación, pero también exaltó al Señor, reconociendo lo que había hecho por Israel. Conocer la Palabra de Dios (2 Ti 3.16, 17) es crucial, pues al leer cómo Él ha obrado en otros, comprendemos mejor su poder. Al igual que los personajes del Antiguo Testamento, podemos orar de manera similar, confiando en que el poder de Dios sigue disponible para nosotros hoy.
Al proclamar: “En tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda resistirte (2 Cr 20.6 NBLA), Josafat estaba alabando a Dios y al mismo tiempo recordándose la grandeza del Señor. Mientras usted ora hoy, háblele a Dios de su misericordia, háblele de su gracia y recuerde su gran poder.
BIBLIA EN UN AÑO: SALMOS 8-14