En mayo de 1925, Percy Fawcett envió una última carta a su esposa antes de ingresar en las inexploradas selvas de Brasil. Buscaba una legendaria y esplendorosa ciudad perdida, decidido a ser el primer explorador en compartir su ubicación después de años de búsqueda. Pero su equipo de exploradores se perdió, la ciudad nunca fue encontrada y muchas expediciones fracasaron en recuperarla.

Aunque su coraje y pasión eran admirables, se desperdiciaron en una ciudad perdida que nunca pudo alcanzar. Si somos sinceros, hay muchas metas inalcanzables en nuestras vidas que tienen un poder similar sobre nosotros. Pero hay un verdadero tesoro para cada persona que vale la pena buscar con todo nuestro corazón, mente y fuerza.

En su carta a los creyentes en Filipos, Pablo lo expresa así: «estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor» (Filipenses 3:8). A diferencia de una ciudad legendaria, que traiga riquezas, fama o poder, conocer a Jesús y creer en Él es un tesoro sin igual. Las metas seculares o incluso la apariencia de rectitud por cumplir con la ley, no son nada comparadas con conocer a Jesús (vv. 6-7). ¿Estamos gastando nuestro tiempo y energía en algo que nunca puede satisfacer? Que el Señor nos ayude a evaluar qué «ciudad» estamos buscando.

De:  Karen Pimpo

Reflexiona y ora

¿Qué tesoro estás buscando hoy? ¿Cómo te ayuda a alinear correctamente tus prioridades conocer a Jesús?
Jesús, gracias por conocerte.