En la década de 1930, Cleo McVicker inventó un producto limpiador de papel tapiz. En esa época, la mayoría de las casas se calentaban con carbón, y las paredes se cubrían de hollín. La invención de Cleo podía pasarse sobre el papel y quitar la suciedad. Bueno, el limpiador nunca se popularizó, pero décadas después, una maestra usó el producto en sus clases para crear adornos navideños. De allí nació una nueva compañía —Rainbow Crafts—, y el limpiador se reutilizó como un juguete para niños: la plastilina Play-Doh.
En una escala mucho mayor, Dios tiene una manera de reutilizar a personas. Recordamos la historia de José y su «túnica de diversos colores». De joven, era un humilde pastor, y sus hermanos lo vendieron como esclavo. Pero Dios lo guio a través de grandes dificultades hasta las esferas más elevadas de gobierno. Finalmente, José fue reutilizado como «gobernador de toda la tierra de Egipto» (Génesis 45:26 rva-2015). Pero el llamamiento de José no era al poder sino a la gracia, la cual extendió a sus hermanos cuando los perdonó (v. 15).
En un sentido, todo somos «productos fallidos». Es por la gracia de Dios en Jesús que somos reutilizados para cosas grandes. Piensa hoy en cuál es tu propósito y recuerda extender gracia a otros, como Cristo lo hace a nosotros.



