Lucas 14.12-14

Los niños no son los únicos a quienes les gusta recibir recompensas. ¡A los adultos también les motivan los incentivos! Y Dios hace promesas en su palabra a quienes andan en sus caminos. Algunos beneficios, como la abundancia, el gozo y el favor divino, se experimentan en esta vida, mientras que otros serán otorgados en el cielo. Como seguidores de Cristo, no debemos temer al juicio (Ro 8.1), pues estamos revestidos de su justicia.

Para ayudarnos a entender las recompensas divinas, la Biblia describe varias coronas. Primero, la corona de vida se concede a los creyentes que se mantienen firmes y soportan las pruebas (Stg 1.12). La segunda corona, llamada “incorruptible”, se da a aquellos cuyo gran deseo es andar en obediencia delante de Dios (1 Co 9.24-27). Luego, la corona de justicia se otorga a quienes anhelan la aparición de Cristo y viven en rectitud a través de Él (2 Ti 4.6-8). Por último, Dios dará la corona de gloria a aquellos que comparten su Palabra con los demás (1 P 5.2-4).

La recompensa suprema es manifestar la gloria de Dios por toda la eternidad y disfrutar de gozo en su presencia. No debemos esperar; podemos comenzar hoy al servir con obediencia y humildad. Cuando se hace con el motivo correcto, somos bendecidos ahora y en el futuro.

BIBLIA EN UN AÑO: JOB 26-30