Aunque Dios quiere que todos sus hijos sean llenos del Espíritu, muchos cristianos no están seguros de lo que esto significa realmente. Todo creyente tiene al Espíritu Santo habitando en su interior, pero el alcance de su impacto se ve afectado por la disposición del cristiano a obedecer.
Rendir la vida al Espíritu Santo es una decisión consciente de vivir bajo su guía: ser sensibles a su dirección, obedecer sus impulsos y depender de su poder. Esta entrega se refleja en el carácter. Quienes siguen su liderazgo son transformados cada día a la imagen de Cristo (2 Co 3.18). El grado de entrega marca el nivel de transformación.
Aunque las buenas obras y el servicio fiel resultan de estar llenos del Espíritu Santo, por sí solos no son necesariamente señales de una vida rendida a Dios. Recuerde que el Señor da prioridad al carácter sobre las acciones (1 S 16.7). Después de todo, es más fácil servir al Señor que amar a quienes parecen imposibles de amar o ser pacientes con personas difíciles.
Cuando el Espíritu está al mando, Él obra por medio de nosotros para lograr lo que no podemos hacer por nosotros mismos. El carácter piadoso y la plenitud del Espíritu esperan a quienes eligen a Dios por encima de sí mismos.
BIBLIA EN UN AÑO: MATEO 1-4