Mateo 26.39-41

Todos somos tentados. No importa cuán firme sea su fe o cuánto tiempo haya caminado con Cristo, nadie está exento. A veces se manifiesta como una voz suave; otras, como una presión abrumadora en la mente. Usted sabe lo que se siente… pero si tuviera que explicarlo, ¿podría decir con claridad qué es la tentación?

La tentación es una invitación a llevar un deseo legítimo —dado por Dios— más allá de los límites que Él mismo ha establecido. Muchas personas rechazan esta idea, negándose a creer que aquello que genera culpa pueda tener algún vínculo con el Señor. Pero reflexione por un momento: ¿en qué áreas enfrenta usted tentaciones con mayor frecuencia? ¿En lo material? ¿En las relaciones? ¿En la comida? Todas estas son bendiciones que Dios creó con un propósito, y a través de las cuales también busca bendecirnos. El problema no radica en los deseos en sí, sino en cuando los sacamos de contexto y cruzamos los límites saludables que Dios ha diseñado para nuestra vida.

Una de las estrategias principales del enemigo es distorsionar un deseo santo. Siempre que usted enfrente la tentación, pídale al Señor que le recuerde de dónde vino este impulso en primer lugar. Luego, pídale fortaleza para no ser engañado o “extraviado de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co 11.3).

BIBLIA EN UN AÑO: SALMOS 145-150