Como todos sabemos, la vida a menudo nos confronta con circunstancias inesperadas o dolorosas. Durante esos momentos difíciles, podemos descansar en esta verdad fundamental: el Señor es perfecto en su amor.
Considere 1 Juan 1.5: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él”. En otras palabras, todo lo que nuestro Padre celestial hace es justo. Y si Él es el Dios de amor, entonces es imposible que trate mal a sus hijos. Podemos estar seguros de que todo lo que pone o permite en nuestra vida es bueno y que sus motivos son puros.
Cristo demostró su profundo amor al derramar su sangre en la cruz; no hay mayor muestra de amor que dar la vida por otro (Jn 15.13). Como el Cordero perfecto, murió en nuestro lugar para darnos una relación eterna con el Padre. Si Dios nos entregó a su Hijo —el regalo más precioso— para suplir nuestra mayor necesidad, podemos confiar en que también proveerá en todas las demás áreas de nuestra vida.
Cuando surjan dificultades, recuerde cuánto le ama Dios. Incluso cuando las circunstancias sean dolorosas, puede estar seguro de que, gracias al amor del Padre celestial, usted siempre está en sus capaces y amorosas manos.
BIBLIA EN UN AÑO: LUCAS 6-7



