1 Timoteo 1.5-7

“Deje que su conciencia sea su guía”. Esta sabiduría popular parece tener sentido porque nuestra conciencia está diseñada para ayudarnos a discernir entre el bien y el mal. Pero ¿podemos confiar siempre en ella para que nos guíe?

Para que una conciencia sea confiable, debe estar afinada y fortalecida por la enseñanza bíblica. Los creyentes se edifican aplicando la verdad de Dios en su vida, comprometiéndose a pensar y actuar de manera que honren al Señor. Así, cuando surjan pensamientos pecaminosos, nuestra conciencia emitirá una advertencia, alertándonos del peligro (Ro 2.15).

Las personas con una conciencia confiable sienten un profundo deseo de obedecer a Dios. En lugar de conformarse con lo que parece correcto o atractivo, buscan su voluntad. No confían solo en su conciencia, sino que emplean todas las herramientas del Espíritu Santo, como las Sagradas Escrituras y la oración, en su vida diaria. Además, cuando enfrentan la tentación, rechazan las decisiones imprudentes.

La conciencia no es nuestra guía, sino una herramienta del verdadero Guía. El Espíritu de Dios no solo nos convence de pecado, sino que nos recuerda principios bíblicos y nos dirige, usando diversas herramientas para formarnos a la imagen de Cristo.

BIBLIA EN UN AÑO: SALMOS 139-144