El desánimo puede robarnos la paz, el gozo y el contentamiento. Pero si se siente desanimado, hay una excelente noticia: ¡no está atrapado!
Veamos la vida de Nehemías. Él tenía razones para sentirse derrotado, después de recibir noticias de que el muro alrededor de la ciudad santa de Jerusalén había sido destruido, este hombre de Dios calló en una profunda decepción y se afligió. Sin embargo, aunque el dolor inundaba su alma, no permitió quedarse en ese estado. En lugar de eso, clamó al Señor.
Debido a la imprevisibilidad y posible dureza de la reacción del rey, Nehemías oró por éxito y por una respuesta compasiva. El Señor respondió con un poder asombroso, haciendo que el rey notara la tristeza de su servidor y le preguntara cómo podía ayudar. Este milagro condujo a la reconstrucción del muro y a la redención del pueblo de Dios.
El Señor tiene el poder de transformar cualquier situación de maneras que no podemos imaginar (Ef 3.20). ¿Vive usted con la expectativa de lo que Dios puede hacer, o ha elegido permanecer en la desesperación? Al igual que Nehemías, convierta su decepción en una súplica al Señor. Él puede restaurar su esperanza y evitar que las emociones negativas se arraiguen en su espíritu.
BIBLIA EN UN AÑO: PROVERBIOS 16-18