Andrés descubrió que enseñarle a su hijo a andar en bicicleta era frustrante. El niño de cinco años perdía el equilibrio y se caía. Al darse cuenta de que esto sucedía porque su hijo miraba constantemente hacia un costado, tuvo una idea. «¿Ves ese poste? —le preguntó—. Solo mantén los ojos fijos en él y pedalea». Su hijo hizo exactamente eso, ¡y así siguió adelante sin caerse!

Esa ocasión fue una lección para Andrés. Tiempo después, tras contarle lo sucedido a su grupo pequeño, concluyó: sea lo que sea en que fijemos nuestros ojos, hacía allí vamos. No es extraño que Hebreos 12:2 nos llame a «[poner] los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe».

Las responsabilidades y las rutinas de la vida pueden desviar nuestra atención de nuestro andar espiritual; al igual que los hábitos pecaminosos y las obsesiones pueden enredarnos (v. 1). Pero si mantenemos nuestros ojos en Jesús y le pedimos ayuda para darle el primer lugar en nuestros pensamientos, decisiones y acciones, Él nos guiará en todo y nos capacitará para mantenernos a su lado en la carrera en esta tierra. Puede ser difícil, pero Dios desea ayudarnos a cumplir el papel que nos ha dado. Nos fortalecerá para superar todo lo que se interponga en nuestro camino, para que «no [nos cansemos] hasta desmayar» (v. 3).

De:  Leslie Koh

Reflexiona y ora

¿Qué es lo primero que piensas o haces cuando debes tomar una decisión o responder ante una situación? ¿Cómo puedes permitir que Jesús guíe tus pensamientos, palabras y acciones?
Jesús, enséñame a recurrir a ti primero.