Salmo 65.1-13

¿Alguna vez ha pensado cuán generoso es el Señor con nosotros? Él creó la Tierra y todo lo que hay en ella. Hizo el sol tanto para dar luz como para ayudar a los seres vivos a sobrevivir, y envía la lluvia para regar la tierra y saciar nuestra sed.

La provisión abundante de Dios para nuestras necesidades físicas debería llenarnos de asombro. Pero su generosidad no termina ahí: también ha suplido nuestras necesidades espirituales por medio de su Hijo. Gracias a la muerte de Cristo en la cruz, somos reconciliados con el Padre y recibimos abundantes bendiciones: su Palabra nos guía, su Espíritu nos transforma y su Iglesia nos anima. Y aún así, su generosidad va más allá.

El Señor también nos ha prometido una herencia en el cielo (1 P 1.4). Aunque está más allá de nuestra comprensión, Apocalipsis 21 y 22 describen el cielo nuevo y la Tierra nueva como un lugar de abundancia y bendición.

Ya que el Señor nos ha provisto con tanta generosidad, nuestra primera respuesta debe ser la gratitud, seguida por la generosidad hacia los demás. Basándonos en su ejemplo, atendamos más que solo las necesidades físicas. También podemos ayudar espiritualmente alentando a los hermanos en la fe y proclamando el evangelio a quienes todavía no conocen al Señor Jesús.

BIBLIA EN UN AÑO: LUCAS 17-19