«¿Quieres ver mi cicatriz?». Mi amigo Bill había estado cuadripléjico después de caer de una escalera hacía años, y ahora estaba hospitalizado por una infección grave de una cirugía. Mientras hablábamos del nuevo desafío, levantó la manta y me mostró la larga incisión para tratar su infección. «¿Te duele?», pregunté. «No siento nada», dijo.
No bien lo dijo, me sentí mal. Durante todos los años que habíamos sido amigos, nunca me había dado cuenta de que su lesión le impedía moverse y también sentir. Me avergoncé de no haber sido más considerado con él para entender mejor lo que enfrentaba diariamente.
Mi falta de consideración me recuerda algo que hizo el rey Ezequías de Judá. Cuando el profeta Isaías le dijo que todo en su palacio sería un día «llevado a Babilonia», y que sus descendientes serían tomados (2 Reyes 20:17-18), le pareció bien, porque pensó: «Habrá al menos paz y seguridad en mis días» (v. 19). Aunque era un buen rey, se centraba más en sí mismo que en lo que otros enfrentarían.
Qué diferente es Dios. «En esto consiste el amor», escribió Juan, «en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo» para salvarnos (1 Juan 4:10). Dios se interesa tanto por nosotros que sufrió para que pudiéramos vivir en su amor para siempre.
De: James Banks
Reflexiona y ora
¿Qué significa para ti la consideración de Dios? ¿Cómo podrías pensar en otros hoy?
Dios, gracias por ser considerado conmigo. Que tu amor fluya a través de mí.