Si nuestro amoroso y omnipotente Padre celestial se deleita en suplir las necesidades de sus hijos, ¿por qué algunas no son satisfechas? Consideremos algunas razones. Porque:
- No pedimos. Aunque parece simple, muchos no llevamos nuestras preocupaciones al Señor. Nuestro Padre es personal y se interesa en gran manera por todo lo que nos afecta. Mateo 10.30 dice que incluso conoce cuántos cabellos tenemos. Por eso, debemos contarle los detalles de nuestra vida.
- Pedimos, pero dudamos que Dios pueda o quiera hacerlo. Es una trágica interpretación errónea presentarse ante el Omnipotente y Soberano Dios del universo y, en esencia, decirle: “No eres lo suficientemente grande para encargarte de mis necesidades”. Cuando usted se acerque a Dios, hágalo sabiendo que Él hará todo eso y más (Fil 4.19).
- Le pedimos a Dios que trate el síntoma, no la necesidad real. A veces oramos sin ver resultados, quizás porque nos enfocamos en lo equivocado o en solo una parte de un problema mayor que Dios quiere abordar por completo.
El Padre celestial quiere satisfacer todas sus necesidades. Pídale que le ayude a alinear sus peticiones con su voluntad. Luego, confíe el resultado a Él.
BIBLIA EN UN AÑO: HECHOS 14-15



