Salmo 37.1-5

Cuando las personas hablan de sus deseos, a menudo citan con entusiasmo el Salmo 37.4. Nos encanta la idea de que el Padre nos quiera dar lo que anhelamos. Pero cuando nos enfocamos solo en recibir cosas buenas, pasamos por alto el contexto del salmo, que es una promesa divina con condiciones.

El mayor interés de Dios no es consentirnos, sino darnos más de Él. Las oraciones centradas en uno mismo pasan por alto el primer requisito para el cumplimiento de la promesa: deleitarse en el Señor. Debemos encontrar placer en el tiempo que pasamos en comunión con Él. Al leer la Palabra de Dios y orar, experimentamos su obra en nuestra vida y nuestra fe se fortalece.

Con el tiempo, nuestra creciente confianza significa que estamos comenzando a pensar como Dios. Él transformará los deseos de nuestro corazón para que coincidan con los suyos (Ez 36.25-27), pero aun así, lo que Él dé puede parecer muy diferente de lo que nosotros pedimos. En lugar de darnos lo que creemos que necesitamos, Él concede la respuesta perfecta a nuestra oración.

A Dios le encanta responder a nuestras peticiones, pero su gran gozo es escucharnos expresar el anhelo de conocerlo mejor. Recibir de Él los deseos de nuestro corazón es una consecuencia de deleitarnos en Dios y comprometernos con sus caminos.

BIBLIA EN UN AÑO: 2 CRÓNICAS 8-10