Entregar nuestra carga al Señor para llevar su yugo puede parecer un intercambio sin ganancia. Sin embargo, el yugo de Jesucristo no es una carga adicional. En realidad, es un símbolo de la transformación del creyente: entregar nuestra carga al Señor implica someternos por completo a Él.
A menudo, somos reacios a renunciar a la autoridad sobre nuestra propia vida. La ilusión de tener control sobre nuestras circunstancias nos da una falsa sensación de seguridad. Pero la verdad es que hasta que permitamos que el Padre celestial maneje nuestra vida, seremos dirigidos por nuestros problemas, buscando la solución más rápida o la escapatoria más fácil del dolor.
A través de la oración, la meditación y la lectura diaria de la Biblia, debemos aprender a andar de la misma manera que lo hizo nuestro Señor y Salvador. A medida que nuestros pasos comienzan a alinearse con los suyos, nuestro nuevo yugo traslada el peso de nuestros problemas a sus hombros.
El concepto más importante que debemos aprender es confiar en Dios. El Salmo 55.22 (LBLA) dice: “Él nunca permitirá que el justo sea sacudido”, lo que significa que es fiel para llevar el peso y mostrarnos cómo cuidar de aquellos que son afectados por nuestra situación. Confiar en el Señor aligera la carga.
BIBLIA EN UN AÑO: PROVERBIOS 9-12