Contemplé con curiosidad las exposiciones inaugurales del Monumento Nacional y Museo del 11-S en Nueva York, pero mantuve mis emociones bajo control. Eso cambió cuando entramos en la muestra interior, que los conservadores han cerrado sabiamente a los niños y a quienes quieran protegerse de las imágenes más desgarradoras. A medida que me iba encontrando con una historia tras otra de congoja y pérdida, surgían en mí oleadas de lamento.

Cuando presenciamos o recordamos tal destrucción y dolor, podemos unirnos al clamor de quienes han expresado su angustia a Dios. Esto incluye las palabras de angustia que se encuentran en Lamentaciones, que muchos creen que el profeta Jeremías escribió después de la destrucción de Jerusalén. En este poema, libera su pena y angustia por el dolor del pueblo de Dios: «¡Señor, mira mi angustia! Mi corazón está quebrantado y mi alma desespera» (Lamentaciones 1:20 ntv). Sin embargo, mira a Dios como juez supremo, sabiendo que solo Él puede ocuparse del mal: «Venga delante de ti toda su maldad» (v. 22).

Este tipo de clamor a Dios puede ayudarnos a afrontar atrocidades dolorosas como lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001, u otros actos de maldad. Buscamos en Dios ayuda, esperanza, consuelo y justicia.

De:  Amy Boucher Pye

Reflexiona y ora

Cuando presencias la maldad, ¿cómo mantienes tierno tu corazón ante Dios? ¿Cómo podría guiarte Él a que ores por los que sufren hoy?
Dios, envuélveme en tu gracia y misericordia, y sana mis heridas.