Algo inusual ocurre a partir de Hechos 7:59. La historia pasa de la muerte horrorosa de Esteban a otros creyentes en Cristo dispersados que predican la palabra, con este resultado asombroso: «había gran gozo en aquella ciudad» (8:8). Esta es la paradoja de la persecución.

El pastor Hristo Kulichev experimentó el milagro del bien como fruto del mal. En la década de 1980, fue encarcelado por predicar. Mientras estuvo allí, habló abiertamente sobre el evangelio de Jesús. Liberado ocho meses después, dijo: «Servimos mejor a Dios con nuestra presencia en la cárcel que si hubiéramos estado libres».

De la persecución a un gran gozo; tal como en la iglesia primitiva. Cuando se desató «una gran persecución» (v. 1), «los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio» (v. 4). Como resultado, hubo gran gozo en una ciudad en Samaria (v. 8).

Cuando las fuerzas de nuestro mundo se levantan contra las verdades de las Escrituras —especialmente el evangelio—, no es momento de rendirse. Dios se mueve de maneras poderosas cuando la iglesia enfrenta tales dificultades.

Pedro dijo: «no os sorprendáis del fuego de prueba»; en tales casos, «sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros» (1 Pedro 4:12). Dios puede convertir la persecución en algo hermoso.

De:  Dave Branon

Reflexiona y ora

¿Cómo te preocupa y te alienta la persecución? ¿Por qué crees que puede llevar al gozo?
Dios, ayúdame a permanecer fiel.