En la película de drama fantástico y deportes El campo de los sueños, el personaje, Ray Kinsella, tiene un encuentro con su padre fallecido, pero cuando este era joven y deportista. Al verlo por primera vez, Ray le comenta a su esposa Annie: «Solo lo vi años después, desgastado por la vida. Míralo… ¿qué le digo?». La escena genera una pregunta: ¿Cómo sería ver a un ser amado —pero ahora ya muerto— nuevamente vital y fuerte?
María Magdalena experimentó eso cuando vio a Jesús por primera vez después de su resurrección. María lloraba al lado de la tumba cuando se dio vuelta y «vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús» (Juan 20:14). ¿Por qué no lo reconoció? Quizá por las lágrimas en sus ojos o porque era «aún oscuro» (v. 1). Lo más probable fue que, como la última vez que lo había visto estaba cubierto de sangre por los golpes y la tortura, nunca esperó volver a verlo con vida. Estaba tan vivo que le llevó un tiempo absorber la magnífica verdad.
Pero Jesús estaba allí, ¡resucitado «en incorrupción» (1 Corintios 15:42)! Y cuando Él pronunció su nombre, María lo reconoció, no solo como su fiel amigo y «Raboni», su Maestro (Juan 20:16), sino como el Señor de la vida resucitado. Dios siempre tiene formas de sorprendernos. Su triunfo sobre la muerte es la mayor sorpresa de todas.
De: James Banks