Deuteronomio 7.8, 9

Dios es el único que nunca decepciona. Desde el principio de los tiempos, su Palabra ha permanecido fiel. Cada profecía es una promesa que se ha cumplido o se cumplirá.

Las mayores profecías fueron las que anunciaron la llegada del Mesías. Varios profetas hablaron del Ungido (2 S 7.12-16Is 7.14Mi 5.2), aunque no se registraron nuevas profecías durante los cuatro siglos previos al nacimiento de Cristo. La gente seguramente se preguntaba si el Salvador llegaría algún día. Pero, cuando llegó el momento, el Señor Jesucristo vino a reconciliar a la humanidad con el Padre. Dios nunca falla en sus promesas.

Con esta certeza, podemos leer las Sagradas Escrituras con expectación. Si confiamos en Cristo como nuestro Salvador y elegimos seguirlo, la Biblia nos garantiza que somos salvos. Pues hemos sido perdonados y redimidos, y nada podrá separarnos del amor de Dios (Ro 8.38, 39). Además, podemos confiar en que Él suplirá todo lo necesario para cumplir su propósito en nuestras vidas.

Piense en la fidelidad de Dios a lo largo de la historia y en su propia vida, y tenga la certeza en su corazón de que Él será fiel en el futuro también. Al vivir en obediencia, puede aprender a confiar en que Él hará todo lo que ha prometido.

BIBLIA EN UN AÑO: PROVERBIOS 22-25