Vuelta tras vuelta, Katie Ledecky dominaba la carrera de 1.500 metros estilo libre de los Juegos Olímpicos de París de 2024. Durante unos quince minutos, estuvo muy por delante del resto de las nadadoras y sola con sus pensamientos. En una entrevista realizada después de ganar la medalla de oro, en la que estableció un nuevo récord olímpico, Ledecky dijo que pensaba en sus compañeros.
Los nadadores de distancia no son los únicos que necesitan concentrarse en las cosas correctas. Como creyentes en Jesús, también necesitamos cuidar nuestros pensamientos.
El apóstol Pablo animó a la iglesia filipense a «[regocijarse] en el Señor»; a no afanarse por nada, sino a orar por todo (Filipenses 4:4, 6). ¿El resultado? «La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (v. 7). Jesús, el Príncipe de paz, nos ayuda a poner en perspectiva nuestras preocupaciones y problemas.
Pablo también animó a los creyentes: «todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (v. 8).
A lo largo del día, seamos conscientes de nuestros pensamientos. Podemos contar nuestras bendiciones y adorar a Dios.