Crecer en Cristo implica más que asistir a la iglesia, diezmar y escuchar predicaciones. Hay dos elementos necesarios: la enseñanza y la participación.
Nuestro Salvador destacó la importancia de la enseñanza al dedicar gran parte de su tiempo a ella. El apóstol Pablo, por su parte, escribió numerosas cartas para instruir a los cristianos en la piedad. Para cada creyente, aprender la verdad es fundamental.
Entonces, ¿cómo ganar conocimiento y entendimiento? Una de las maneras más efectivas es leer la Palabra de Dios. Como los recién nacidos anhelan la leche, debemos desear su Palabra para crecer.
Sin embargo, solo escuchar la verdad no significa que la hayamos adquirido. Necesitamos aplicar la Palabra a nuestra vida. Aun así, el crecimiento real requiere más que solo recibir información: requiere acción. Santiago 2.26 nos dice: “Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”.
¿Estamos escuchando con atención y permaneciendo en la verdad? Si en verdad estamos madurando, nuestra vida será cada vez más parecida a la de Cristo, y nuestros deseos se alinearán más estrechamente con el corazón de Dios.
BIBLIA EN UN AÑO: ISAÍAS 28-30