Las dificultades suelen ir acompañadas de emociones negativas como miedo, frustración, desesperación y duda. Las personas dominadas por estos sentimientos son más propensas a tomar malas decisiones. Por eso es importante reaccionar ante la adversidad como lo hizo el salmista: con un corazón lleno de alabanza.
Incluso en los momentos más oscuros, la adoración llena el corazón de gozo y la mente de paz. También amplía nuestra visión para que comencemos a discernir cómo el Señor está obrando. Vemos lo que Él está haciendo en nuestra vida y detectamos áreas donde se requiera obediencia.
Nuestra tendencia es trazar un rumbo hacia la solución más fácil. Pero los creyentes que manejan las cosas por su cuenta no maduran en la fe. Se pierden las bendiciones de seguir el plan del Señor. Alabarlo nos protege y nos dirige por el camino correcto, es decir, el camino de la voluntad de Dios. Avanzar por fe puede ser aterrador. Sin embargo, podemos confiar en que Dios tiene en mente lo mejor para sus hijos (Jer 29.11).
Es difícil desesperarse mientras se honra a Dios. Podemos disipar la duda recordando su fidelidad y confiándole nuestro futuro. La alabanza no es la reacción natural ante las dificultades, pero es la respuesta más sabia.
BIBLIA EN UN AÑO: 1 CRÓNICAS 7-9