Cuando un país estalló en guerra civil, las autoridades reclutaron a un hombre para el servicio militar. Pero él se opuso: «No quiero participar en la destrucción de [mi país]». Y se fue. Como no tenía visas adecuadas, se encontró atrapado en el aeropuerto de otro país. Durante meses, los empleados del aeropuerto le dieron comida y miles de personas siguieron sus publicaciones en redes mientras deambulaba por las terminales, tejía bufandas y no perdía la esperanza. Al enterarse de su constante aprieto, una comunidad en Canadá recaudó dinero y le consiguió un trabajo y una casa.

El libro de Lamentaciones presenta el clamor de Jeremías, quien esperó en Dios y el final de su disciplina por los pecados de su pueblo. El profeta siguió confiando en un Dios eterno a quien reconocía como confiable: «Bueno es el Señor a los que en él esperan» (3:25). El pueblo de Dios puede tener esperanza aun cuando los problemas abruman y el alivio parece imposible. Aunque tal vez deban aceptar humildemente la disciplina de Dios, pueden aferrarse a la realidad de que «aún [haya] esperanza» (v. 29). Y esa esperanza fluye de Él: «Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (v. 26).

Aún sin respuestas ni una salida clara, esperamos en el Dios que ha sido fiel en ayudarnos una y otra vez.

De:  Winn Collier

Reflexiona y ora

¿Qué situaciones te vienen a la mente cuando piensas en esperar en Dios? ¿Por qué es esto difícil y cómo se manifiesta Dios en esos casos?
Dios, ayúdame a esperar con paciencia que obres.