Cuando ponemos nuestra fe en el Señor, confiamos cada aspecto de nuestra vida a nuestro Dios soberano, quien quiere lo mejor para sus hijos. ¿A qué tenemos que temer cuando ponemos nuestra confianza en Él?
Creer en el Señor no significa que no experimentaremos incertidumbre. Pero sí significa que debemos elegir confiar en que Él proveerá para nuestras necesidades en su tiempo y a su manera. De lo contrario, el miedo y la duda pueden manipular nuestros pensamientos y llevarnos a tomar decisiones imprudentes.
La ansiedad en sí misma no es un pecado, pero la fe puede tambalearse cuando su fundamento se debilita por la incredulidad. Por ejemplo, si nos decimos: Sé que Dios es capaz de solucionar mi problema, pero no estoy seguro de que lo hará, podemos comenzar a buscar nuestra propia solución. Como siempre es más sabio esperar en el Señor (Lm 3.19-25), pueden surgir problemas cuando tratamos de solucionar las cosas con nuestras propias manos.
El Señor conoce el principio y el fin de cada situación. Sabe cómo calmar nuestra ansiedad y convertir el llanto en alegría. Cuando confiamos en su tiempo y método, Él resolverá el problema sin alejarnos, porque nos ama y quiere bendecirnos.
BIBLIA EN UN AÑO: JOEL 1-3