En la conmovedora escena hacia el final de la novela histórica Brendan, de Frederick Buechner, el personaje Gildas se levanta y se ve que le falta una pierna de la rodilla hacia abajo. Al querer tomar su bastón, pierde el equilibrio. Brendan pega un salto y lo sostiene.

«Estoy tan lisiado como el mundo oscuro», dice Gildas. «Si de eso se trata, ¿quién de nosotros no lo está? —responde Brendan—. Tendernos la mano cuando estamos cayendo… quizá este sea el único trabajo que en definitiva importa».

En 2 Samuel 9, el rey David desea mostrar su bondad a cualquiera de la casa de Saúl que todavía esté vivo (v. 1). Hay uno: Mefi-boset, «un hijo de Jonatán, lisiado de los pies» (v. 3). Llevan a Mefi-boset ante el rey, donde oye estas palabras: «te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa» (v. 7). Y así fue.

Las Escrituras están llenas de historias inolvidables de David, gigantes, ejércitos, reyes y reinos. Pero también recuerdan la bondad conmovedora demostrada hacia una persona necesitada; la historia de alguien que le tiende una mano a otra persona. Es posible que, en definitiva, la bondad de David hacia Mefi-boset haya sido la historia más importante.

Tender una mano es la clase de trabajo que importa en tu obrar y el mío cada día.

De:  John Blase

Reflexiona y ora

¿Quién es un Mefi-boset en tu vida? ¿Cómo puedes tenderle una mano a esa persona?
Dios compasivo, muéstrame a quién puedo tenderle una mano.