Cuando se avecinaba el peligro, Josafat dirigió su atención a Dios y proclamó un ayuno en todo Judá (2 Cr 20.3). El pueblo vino de todas partes para apoyar a su rey en oración (2 Cr 20.13).
El Cuerpo de Cristo depende de la cooperación. Una de las cosas más sabias que podemos hacer en medio de la dificultad es buscar la ayuda de quienes son fieles en la oración. Josafat entendía esto. Aunque era un rey, reconoció sus limitaciones y buscó la intervención divina por medio de la oración.
Cuando el pueblo de Judá oró, Dios envió una solución a través de un profeta confiable. Josafat, humilde y sabio, siguió las instrucciones del Señor (2 Cr 20.14-17). Como resultado, el pueblo fue salvo. Los ejércitos que avanzaban se volvieron unos contra otros y se destruyeron por entre sí por completo, mientras que las fuerzas de Judá no sufrieron ni una sola baja. Debido a que su humilde rey escuchó, pudieron presenciar la victoria sobrenatural (2 Cr 20.22-30).
Debemos afinar nuestros oídos para escuchar la voz de Dios. En ocasiones, Él puede hablar a través de personas que, por lo general, no elegiríamos seguir, e incluso puede decirnos algo que no esperamos. Sin embargo, el Señor nos brindará soluciones a nuestros problemas si estamos dispuestos a presentárselos.
BIBLIA EN UN AÑO: SALMOS 15-18