Juan 3.1-8

En el pasaje de hoy, leemos acerca del encuentro de Cristo con un fariseo llamado Nicodemo. Este hombre era maestro y miembro del Sanedrín, el consejo rector que procuraba discernir las enseñanzas falsas y asegurarse de que la ley de Dios se cumpliera.

Al darse cuenta de que las señales que el Señor Jesús realizaba estaban más allá de la capacidad de un simple hombre, Nicodemo vino de noche a hacerle preguntas. El Señor le dijo: “El que no naciere de nuevo” no puede ver el reino de Dios (3.3). Esto debió haber sorprendido al fariseo, quien confiaba en su propia religión y moralidad.

¿Se identifica usted con Nicodemo? ¿Cree que las buenas obras y la conducta religiosa le garantizan un lugar en el cielo? Por más que deseemos que así fuera, la Biblia enseña lo contrario: todos hemos pecado, y el pecado nos separa de Dios. Solo existe un camino hacia la salvación: la fe en el Señor Jesucristo (Jn 14.6).

Más adelante, en su conversación con Nicodemo, el Señor Jesús dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn 3.16). El Señor no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo, una persona a la vez, mediante la fe en Él (Jn 3.17).

BIBLIA EN UN AÑO: HECHOS 27-28