Lucas 18.18-23

Tres de los cuatro Evangelios contienen el relato de un joven que le hizo al Señor una pregunta crucial: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” (Lc 18.18). Era un líder rico que se veía a sí mismo como un buen hombre, pues había guardado los mandamientos.

Sin embargo, su pregunta se basaba en la suposición errónea de que las buenas obras aseguran la salvación. Parecía preguntar qué más debía hacer, además de las buenas acciones que ya había realizado, para garantizar su lugar en el cielo. Esta creencia es falsa, pues la vida eterna no se puede ganar por nuestros propios esfuerzos. La Biblia enseña que toda la humanidad ha heredado una naturaleza pecaminosa (Ro 5.12) y que no podemos hacer nada para expiar nuestros propios pecados.

Si este fuera el final de la historia, estaríamos sin esperanza, tanto en esta vida como en la eternidad. Sin embargo, la buena noticia es que el Padre celestial nos ofreció el camino para reconciliarnos con Él (Jn 14.6). Cuando Dios nos creó a su imagen, nos hizo para vivir por la eternidad. Aunque nuestros cuerpos terrenales perecerán, nuestro espíritu nunca morirá. Por eso, debemos vivir con gratitud, eligiendo honrar al Señor, pero sabiendo que nuestras buenas obras nacen del amor que surge de nuestra salvación, no del esfuerzo por ganarla.

BIBLIA EN UN AÑO: CANTARES 5-8