Hechos 9.1-22

¿Qué bien podría venir de eso? ¿Dios permitiría que enfermemos? Sorprendentemente, sí. El sufrimiento es parte de vivir en un mundo caído, por lo que no debería sorprendernos. De hecho, Dios puede usar la angustia para llamar nuestra atención.

Pensemos en el apóstol Pablo. Cuando escuchamos su nombre, recordamos al misionero que difundió el evangelio durante el primer siglo. Pero este no fue siempre el caso. Cuando se nos habla de él por primera vez, se le llama Saulo, enemigo del Señor Jesucristo y de la iglesia (Hch 9.1, 2). Entonces, ¿cómo captó Dios su atención?

El libro de los Hechos explica cómo el Señor apareció en un resplandor que solo Saulo pudo ver. Después de revelarse, Jesucristo lo dejó ciego durante tres días. Saulo fue humillado, teniendo que ser llevado de la mano a la ciudad, totalmente a merced de otros.

¿Qué pensó Saulo durante sus días de ceguera? Sin duda, en Cristo. Dios desea nuestro bien, no solo comodidad o felicidad temporales. Él quiere lo mejor para nosotros en la eternidad. Si enfrenta dificultades, ore por liberación y por discernimiento para entender el mensaje de Dios en su aflicción (Sal 119.50).

BIBLIA EN UN AÑO: MATEO 16-18