Sin embargo, los escritos de Pablo muestran que una puerta abierta no siempre significa ausencia de dificultades. En 1 Corintios 16.9, él afirma: “Se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”. Eso fue lo que vivió en su segundo viaje misionero (Hch 16.6-10). Aunque la conversión de Lidia y su familia fue una señal alentadora, pronto Pablo y Silas fueron despojados, azotados y encarcelados en Filipos.
Aunque no nos gusta pensar que la voluntad de Dios pueda incluir dolor, la Biblia nos muestra que es posible. Él usa la aflicción para probar nuestra fe, enseñarnos a depender de Él, formar nuestro carácter y prepararnos para consolar a otros (Ro 5.3, 4; 2 Co 1.4).
Cuando el Señor abre una puerta de pruebas, nos brinda una oportunidad para que otros sean testigos de su obra en nosotros. Por eso, es importante que aprendamos a tener fe y ser humildes, de una manera que refleje a Cristo y atraiga a otros al Salvador.
BIBLIA EN UN AÑO: HEBREOS 1-3



